¿Las vacunas de ARNm son realmente “terapias génicas”?

Una mentira repetida mil veces no tiene por qué convertirse en verdad. Y este es el caso: una vacuna de ARNm no se convierte en una "terapia génica" por mucho que algunos lo repitan hasta la saciedad...

¿Las vacunas de ARNm son realmente "terapias génicas"?

Las vacunas de ARNm no usan virus vivos para desencadenar una respuesta inmunitaria. Enseñan a nuestras células cómo producir una proteína que desencadenará una respuesta inmunitaria. Una vez activado, nuestro cuerpo produce anticuerpos. Precisamente, son estos anticuerpos los que nos “ayudan” a combatir la infección si el virus real ingresa al cuerpo en el futuro. Pero, ¿cómo funcionan realmente?

El ácido ribonucleico mensajero (ARNm) es una molécula que proporciona a las células instrucciones para producir proteínas. Las vacunas de ARNm desarrolladas contra el SARS-CoV-2 contienen las instrucciones para hacer la proteína S del virus en cuestión. Esta proteína la encontramos en la superficie del virus que causa la COVID-19. Si tuviéramos que definirla de alguna forma, la molécula de ARNm es esencialmente una “receta” que indica a las células del cuerpo cómo producir la proteína spike.

Una vez que se fabrica la pieza de proteína, la célula descompone las instrucciones y se deshace de ellas. El ARNm nunca entra en la parte central (núcleo) de la célula, que es donde se encuentra nuestro ADN (material genético). Por tanto, su ADN no puede ser alterado por las vacunas de ARNm. Posteriormente, la célula muestra la pieza de proteína en su superficie. Nuestro sistema inmunitario reconoce que la proteína no debería estar allí, y comienza a desarrollar una respuesta inmunitaria.

Básicamente empieza a construir células de defensa como linfocitos T y linfocitos B que recordarán cómo combatir el virus si nos infectamos en el futuro.

¿Qué es una terapia génica?

Como indica la Biblioteca Nacional de Medicina de EEUU, “la terapia génica es un enfoque médico que trata o previene enfermedades al corregir el problema genético subyacente.”

Las técnicas de terapia génica permiten a los médicos tratar un trastorno alterando la composición genética de una persona en lugar de usar medicamentos o cirugía.

Explicado de otra forma más sencilla, en el sentido clásico, la terapia génica consiste en realizar cambios deliberados en el ADN de un paciente para tratarlo o curarlo.

En estos momentos, las terapias génicas se usan para el tratamiento de una pequeña cantidad de enfermedades, como la amaurosis congénita de Leber (un trastorno ocular) y la atrofia muscular espinal (un trastorno muscular).

Entonces, ¿las vacunas de ARNm no son “terapias génicas”?

Como comentamos al principio, no, no lo son. Las vacunas de ARNm no entran en el núcleo de una célula que alberga nuestro genoma de ADN. Como hemos visto, el ARNm ingresa a las células poco después de la vacunación y les indica que generen una proteína de pico de SARS-CoV-2, originando la respuesta inmune. A diferencia de la terapia génica, estas vacunas son degradadas rápidamente.

La terapia génica, sin embargo, implica un proceso mediante el que la composición genética de un individuo se modifica deliberadamente para curar o tratar una condición genética:

  • Reemplazando un gen
  • Desactivando un gen
  • Introduciendo un gen nuevo

Entonces, ¿qué dijo realmente aquel ejecutivo de Bayer (no Pfizer), que presuntamente “reconoció” que las vacunas de ARNm eran “terapias génicas”?

Como suele ocurrir en la mayoría de las ocasiones, nos falta contexto y se realizaron afirmaciones distorsionadas de lo que dijo…

Stefan Oelrich, miembro del Consejo de Administración de Bayer AG y jefe de la División de Productos Farmacéuticos, asistió a la inauguración de la Cumbre Mundial de la Salud (WHS) 2021 que se celebró en Berlín del 24 al 26 de octubre de 2021.

A las pocas horas de su intervención, algunas secuencias auténticas del discurso de Oelrich fueron sacadas de contexto y distorsionadas con la finalidad de afirmar, de forma engañosa, que las vacunas de ARNm eran “terapias génicas”…

El discurso de Stefan Oelrich se centró en las nuevas tecnologías en el campo de la medicina y la confianza pública en ellas. Según Oelrich, el hecho de que la población mundial haya acogido las vacunas de ARNm podría abrir el camino a nuevas tecnologías. Especialmente en el campo médico como la terapia celular y génica, tecnologías que Bayer ha estudiado e impulsado contra enfermedades como la anemia o el Parkinson.

Durante su intervención, Oelrich realizó una comparación entre las vacunas de ARNm y las terapias génicas como ejemplo de avances tecnológicos en el campo de la medicina. Pero no reconoció lo que se afirmó desde distintos círculos:

¿Y qué ocurre con este estudio titulado ‘Transcripción inversa intracelular de la vacuna de ARNm de Pfizer BioNTech COVID-19 BNT162b2 in vitro en línea celular de hígado humano’? Tras su publicación se empezó a decir que una universidad sueca había “demostrado que la vacuna de Pfizer de ARNm modifica el ADN en tan solo 6 horas”. Pero, ¿qué hay de cierto en ello?

En realidad, el trabajo al que hacen referencia no demostró que se modifique el ADN. Y se trata, además, de un estudio con muchas limitaciones. Por ejemplo, su objetivo no fue analizar si el ARNm modificaba el ADN. Y el estudio tampoco demuestra que se modifique en 6 horas.

Debido al uso malintencionado que algunos grupos estaban haciendo de dicho estudio, la propia Universidad de Lund se vio obligada a emitir este comunicado, en el que señalan que sus resultados “se han malinterpretado”. Los hallazgos “se observaron en placas de Petri en condiciones experimentales”, y el estudio se realizó “en células hepáticas humanas de una línea celular: cultivos celulares utilizados con fines de investigación”. Además, señalaba que “es importante tener en cuenta que las células hepáticas de este estudio son genéticamente más inestables que nuestras propias células hepáticas.” Es más, también indicaban que “no hay motivo para que nadie cambie su decisión de ponerse la vacuna.”

Posteriormente, de hecho, los propios autores emitieron un comentario en el que afirmaban que “ la transcripción inversa del ARNm puede no ser una realidad in vivo”. Además, “la dosis de vacuna utilizada in vitro es mucho mayor que la esperada in vivo”.

Y concluyeron algo esencial: “Los datos in vitro presentados por Aldén et al. sin ninguna validación in vivo en un modelo animal apropiado puede conducir a inferencias engañosas”. “Los hallazgos actuales de Aldén et al.puede ser perjudicial para la confianza del público en las terapias de ARNm en general si no se prueba in vivo.”

En resumen: las vacunas de ARNm contra la COVID-19 no cumplen con los criterios para ser definidas como “terapias génicas”.

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